Conoce la historia de las brujas y su papel en la sociedad a lo largo de los siglos.

Las brujas, enigmáticas y cautivadoras, han tejido su presencia a lo largo de la historia, dejando un rastro de misterio y controversia. Atravesando épocas y culturas; su narrativa es un tapiz complejo que va más allá de estereotipos. 

Desde tiempos inmemorables, las brujas han capturado la imaginación colectiva y desafiado las normas sociales establecidas. En la historia, las mujeres han sido vistas como misteriosas, poderosas y, a menudo, incomprendidas.

Si nos devolvemos a la antigüedad, las prácticas místicas eran aceptadas e incluso veneradas, sin embargo, con la expansión del cristianismo, las antiguas deidades y costumbres espirituales empezaron a demonizarlas y quienes hacían uso de esta, sobre todo, mujeres, las percibían como brujas. 

En la Edad Media, la figura de la bruja se convirtió en sinónimo de temor y superstición pero su realidad era más matizada; estas mujeres a menudo eran víctimas de la intolerancia de la sociedad. De hecho, algunas eran curanderas respetadas y guardianas de antiguos conocimientos sobre hierbas medicinales aunque, el miedo a lo desconocido las convirtió en víctimas de persecuciones y juicios injustos.

Durante la Ilustración, la caza de brujas del siglo XVII marcó uno de los capítulos más oscuros, estos episodios revelan la vulnerabilidad de las mujeres en un mundo temeroso de su sabiduría y autonomía.

Margot Adler

Desde tiempos inmemoriales, la historia ha estado salpicada de mujeres poderosas, las cuales han sido catalogadas como brujas. Estas mujeres, a menudo incomprendidas y temidas, han dejado una marca indeleble en la narrativa de la humanidad.

Juana de Arco, la doncella de Orleans, es un claro ejemplo. Durante el siglo XV, su valentía en el campo de batalla fue eclipsada por acusaciones de brujería que la llevaron a la hoguera. La historia nos enseña que la ignorancia y el miedo pueden distorsionar la percepción de la valentía femenina. Otra figura fascinante es Alice Kyteler, una dama anglo-normanda del siglo XIV. Acusada de brujería en Irlanda, su legado es una amalgama de misterio y magia.

En el siglo XVII, la infame Tituba fue una de las primeras mujeres acusadas en los juicios de brujas de Salem. Su origen afrocaribeño y su conexión con prácticas de esclavitud la convirtieron en un chivo expiatorio, subrayando la intersección de la discriminación racial y de género en la caza de brujas.

Eleanor Cobham, duquesa de Gloucester en el siglo XV, también fue víctima de acusaciones de brujería. Aunque su papel en la política de la época era significativo, su caída revela cómo las mujeres en posiciones de poder eran propensas a ser difamadas. Es fundamental reconocer que muchas de estas mujeres fueron víctimas de un sistema patriarcal que utilizó la brujería como excusa para silenciar, marginar o incluso eliminar a aquellas que desafiaban las normas establecidas.

En un frenesí de superstición, la mayoría de mujeres fueron acusadas, juzgadas y, en ocasiones, ejecutadas. Sin embargo, no todas las brujas fueron mal interpretadas como la famosa Befana en Italia o la Diosa Hécate en la mitología griega, eran veneradas como protectoras de la vida y la naturaleza; su conexión con la magia y lo sobrenatural las convirtió en símbolos de poder femenino.

Hoy en día, el arquetipo de la bruja ya ha evolucionado. Las mujeres modernas reivindicamos la figura de la bruja como un símbolo de empoderamiento y resistencia. Muchas de nosotras nos identificamos con la imagen de ¨bruja¨ como una expresión de independencia y conexión con la naturaleza.

La historia de las brujas es rica, compleja pero, también poderosa; llena de dualidades entre la persecución y la veneración. Estas mujeres, a lo largo de los siglos, han desafiado las expectativas sociales y han dejado una marca indeleble en la historia, recordándonos la importancia de explorar más allá de los prejuicios para comprender el verdadero legado y entender que el ser bruja es símbolo de fortaleza y empoderamiento contra las expectativas sociales. 

Tonya A. Brown